En veinte años
Tengo mucho en común
con este hombre:
una docena vigorosa de cipreses
algunas generaciones de benteveos
la neblina de un río
en Austin, Texas
y las gaviotas en las aguas de Estambul.
Y tenemos más:
dos hijas
dos casas
dos pares de lentes
y tantas camas tantas.
Él puede amar a otra
en cualquier momento
-las gaviotas no bastan
para retener a un hombre-
pero lo que juntos tenemos
junto queda
porque se separan los cuerpos
pero no se amputan los recuerdos.
marina colasanti
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