el eco vuelve como si recién fuese alarido

En serio, Leibniz, "¿por qué no hay más bien nada?",
pero nada de nada, la bruta hosquedad de bien adentro,
puro sábado de radios lejanas y esquinas desiertas:
de pronto, el eco vuelve como si recién fuese alarido,
de pronto, un vagido anuncia en el establo un nacimiento,
de pronto, un chorro de agua recita salmos al hambriento,
lágrimas llovidas de quien se inclina a beber
del más insondable de los cuencos: las manos abiertas.

alberto szpunberg

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