consumir un año en una e

Al principio, todos se resisten (nos hemos resistido) al trabajo de corrección, principalmente por dos causas: por la creencia errónea, basada en el falso supuesto de la fidelidad a uno mismo, de que cambiar algo es traicionar nuestra propia esencia (cuando es ¡precisamente! todo lo contrario, ya que lo que se busca con la corrección es lograr la voz propia, única e inconfundible) y porque la corrección es la parte más difícil y ardua de todo el proceso de creación. Todo esto lleva tiempo. No se logra la concisión, la nitidez, la brevedad, la claridad expresiva de un día para otro. A veces, como una chispa, surge una metáfora novedosa. Pero sólo a veces. Y el poeta no puede depender de ese a veces. El poeta debe laborar continuamente sobre su materia primigenia que es, no me canso de decirlo, el lenguaje. Y esto lleva años y años, y no se termina nunca. No importa: uno es poeta para siempre porque la poesía es, ante todo, un modo de vida.
Quien no se comprometa a sacar lo mejor de sí mismo estrujándose el cerebro hasta el desmayo, quien no asuma el compromiso y la responsabilidad que supone escribir y entregar poemas al mundo, se quedará siempre en el umbral de la poesía, sin atravesar nunca sus puertas.
Ya lo dijo César Fernández Moreno:

el poeta quiso fabricar una llave pero le salió una ganzúa
ya no sabe qué puertas abrirá pero las abrirá
ha aceptado ser un sicario pero de la poesía
ha decidido gastar su tiempo en eso
está dispuesto a consumir un año en una e

AP (2004)

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