in utero (o feliz día de la mujer)

Algunos fragmentos de El origen del mundo de Jelto Drenth (ver más aquí): 

"[Consideremos] el denominado útero o matriz de las mujeres como un animal que vive en ellas con el deseo de procrear hijos, y cuando permanece mucho tiempo estéril después de pasada la pubertad, se torna insoportable: se indigna y comienza a deambular por todo el cuerpo. Bloquea los conductos del aliento, obstruye la respiración, hace que las féminas lleguen a extremos increíbles, les causa molestias extraordinarias y les ocasiona enfermedades de todo tipo, hasta que al fin el deseo y el amor del hombre y la mujer vuelven a unirlos." (capítulo 44 del Timeo de Platón; las cursivas son mías)

"Cuando la Iglesia usurpó la ciencia médica en la Edad Media, el tratamiento era obvio, y el útero era considerado casi como el propio demonio: 

Te conjuro, útero, por Nuestro Señor Jesucristo, que caminó sobre las aguas con los pies secos [...], por cuyas llagas somos sanados, por Él te conjuro a que no dañes a esta sierva de Dios [aquí se incluía el nombre de la mujer], y a no aferrarte a su cabeza, cuello, garganta, pecho [...], tobillos, pies o dedos del pie, sino a que permanezcas en calma en el lugar que te designó Dios, para que esta sierva de Dios, [de nuevo el nombre de la mujer], pueda curarse."

"En 1653, William Harvey desplegó todos sus poderes de expresión para comunicar al lector masculino su preocupación por el destino de las mujeres: 

Ningún hombre (por menos versado que sea en estas cuestiones) ignora cuán dolorosos síntomas provocan, el Surgimiento, la Presión y la Perversión, y la Convulsión del Útero; qué hórridas extravagancias de la mente, qué Frenesíes, Perturbaciones Meláncolicas y Atrocidades causan las Enfermedades preternaturales del Útero, como si las Personas afectadas estuvieran embrujadas: y también cuántas Enfermedades díficiles fomentan, las alteraciones de los Períodos, o el uso de Venus, muy interrumpido y largamente deseado."

"El cristianismo cuenta con una larga tradición antisexual. San Odo de Cluny acuñó la máxima inmortal 'inter faeces et urinam nascitur': nacemos entre heces y orina. La vagina es el estigma del diablo. Lo que dio lugar, según se cuenta, a que un predicador itinerante de Idaho, Estados Unidos, haya comenzado un sermón, en 1920, pidiendo a todas las mujeres que cruzaran las piernas. Tras el rumor de pies en movimiento, continuó: 'Muy bien, amigos, ahora que se han cerrado las puertas del infierno, puedo comenzar mi sermón'."

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